El currículo como problema.
(Del periódico ESCUELA, editorial del
número 3955, 27 de septiembre de 2012).
La dispersión de contenidos, cuya foto fija es la frase
"tenemos 17 sistemas educativos diferentes", es un mito manejado y
difundido, abusivamente, por los sectores más conservadores de la sociedad, de
los medios de comunicación y de la política española. Los buenos resultados que
presentan una mayoría amplia de las comunidades autónomas desmienten la teoría
de que el sistema educativo español es malo y atrasado. Los resultados
presentados recientemente por la OCDE correspondientes a los últimos tres años
nos muestran que el sistema educativo español ha progresado adecuadamente.
En un mundo globalizado apostar por una mayor
concentración y centralización de los contenidos es apostar por la uniformidad,
la rigidez y la burocracia frente a la flexibilidad, la autonomía y la libertad
de enseñanza. Es una respuesta equivocada provocada por la agenda ideológica.
El Gobierno reduce la reflexión sobre el currículo (los
contenidos) a un asunto burocrático con marcado carácter político, que para
nada responde a las necesidades de formación de los niños y los jóvenes. Su
actitud intervencionista imponiendo entre el 65% y el 75% del currículo a las
comunidades autónomas no responde a las preguntas que verdaderamente interesan
a una mayoría de la sociedad: ¿qué currículo necesitamos? ¿Quiénes deciden el
currículo? ¿Cuál es el procedimiento para su mejor implantación y desarrollo?
El currículo sigue siendo un problema sin resolver. No es
cuánto más currículo impongo, sino cómo lo dinamizó y lo adapto a las
exigencias y necesidades futuras de las nuevas generaciones. Hay que reformar
la estructura del currículo. Introducir metodologías activas de trabajo con el
alumnado y entre los docentes. Otorgar un papel diferente a la evaluación del
que recoge el Gobierno en el anteproyecto de ley orgánica. Y organizar el
currículo por áreas de conocimiento.
Que la interdisciplinariedad y el aprendizaje cooperativo
sean las bases para la adquisición de conocimientos, habilidades, destrezas y
valores.
La jerarquía en los contenidos curriculares que plantea
el Gobierno en el anteproyecto de ley corresponde a una idea de la era
industrial sobre aquellas asignaturas, unas pocas, que se consideran necesarias
para triunfar en la vida laboral y en la economía. Las llamadas materias
instrumentales (lengua y matemática) están relacionadas con el conocimiento
"útil" y "objetivo". Con la formación de obreros y consumidores.
Minimizar la presencia de otras importantes áreas del conocimiento no hace sino
empobrecer la educación y la cultura de los jóvenes, que seguirán recibiendo
las mismas enseñanzas que sus padres y sus abuelos.
Lo más bonito de la educación está en la experiencia. En
la búsqueda de respuesta. La propuesta curricular del Gobierno, rígida y de
poco alcance, sacrifica la magia de los procesos de aprendizaje en aras de los
resultados academicistas. Muchos talentos se quedarán por el camino.
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